Cuando hablamos sobre este tipo de sangrado debemos de saber que existen muchos factores que pueden estar interviniendo y que pueden ser distintas partes del sistema digestivo las que están resultando afectadas.
El sangrado digestivo puede producirse en cualquier punto del tubo digestivo, desde la boca hasta el ano. La sangre puede verse fácilmente a simple vista en una hemorragia manifiesta o bien puede estar presente en cantidades demasiado pequeñas para ser visibles, lo que llamamos hemorragia oculta. La oculta solo se detecta mediante un análisis de una muestra de heces con sustancias químicas especiales.
La sangre puede ser visible en el vómito (hematemesis), lo que indica que proviene del tubo digestivo alto, por lo general del estómago o la primera porción del intestino delgado. Cuando se vomita sangre, el vómito es de color intenso si el sangrado es activo y persistente. Por el contrario, la sangre vomitada puede tener un color café si la hemorragia ha disminuido o se ha detenido, debido a la digestión parcial de la sangre por el ácido gástrico.
La sangre también puede salir del recto:
- En forma de heces negras y alquitranadas (melena)
esta es más probable cuando la hemorragia procede del esófago, el estómago o el intestino delgado. El color negro de la melena se debe a que la sangre ha estado expuesta durante varias horas al ácido y las enzimas del sistema digestivo, y a las bacterias que residen normalmente en el intestino grueso. - En forma de sangre roja brillante (hematoquezia)
se da más comúnmente si la hemorragia procede del intestino grueso, aunque también puede deberse a una hemorragia muy activa procedente de la parte alta del tubo digestivo. - En heces aparentemente normales si la hemorragia se limita a unas pocas secreciones por día. Las personas que solo pierden una pequeña cantidad de sangre pueden sentirse por lo demás bien. Sin embargo, una pérdida de sangre importante y repentina puede ir acompañada de pulso rápido, presión arterial baja y reducción del flujo urinario. La persona afectada puede tener también sensación de frío y de humedad en las manos y los pies. Una hemorragia grave conlleva una reducción de la irrigación cerebral, causando confusión, desorientación, somnolencia e incluso un descenso importante de la presión arterial.
Causas
Las causas del sangrado del tubo digestivo se dividen según tres áreas: parte alta del tubo digestivo, parte baja del tubo digestivo e intestino delgado
Las causas más frecuentes son difíciles de precisar porque varían según el área que está sangrando y la edad de la persona.
Sin embargo, en general, las causas más frecuentes de sangrado digestivo alto son
- Úlceras o erosiones esofágicas, gástricas o del duodeno
- Agrandamiento de las venas en el esófago (varices esofágicas)
- Desgarro en la mucosa esofágica después del vómito
- Cancer de esofago o estomago
Las causas más frecuentes de sangrado digestivo bajo son
- Pólipos del intestino grueso
- Angiodisplasias
- Enfermedad diverticular
- Hemorroides
- Enfermedad inflamatoria intestinal
- Cáncer de colon
Sangrado en el Colon
Otras causas de hemorragia digestiva baja son vasos sanguíneos anormales en el colon (angiodisplasias), una división en la piel del ano (fisura anal), colitis isquémica y la inflamación del intestino grueso debida a radiación o a falta de riego sanguíneo.
La hemorragia procedente del intestino delgado es muy poco frecuente, pero puede ser el resultado de anomalías de los vasos sanguíneos, tumores, ulceras o un divertículo de Meckel.
En las personas con enfermedad hepática crónica (por alcoholismo o por hepatitis crónica), trastornos de la coagulación sanguínea hereditarios o que están tomando determinados fármacos, la probabilidad de hemorragia por cualquier causa es mayor y potencialmente más grave.
Los medicamentos que pueden causar o empeorar la hemorragia incluyen los anticoagulantes (como heparina, warfarina, dabigatrán, apixabán, rivaroxabán y edoxabán), los que afectan la función plaquetaria (como la aspirina, ciertos antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y el clopidogrel) y los que afectan a la barrera protectora del estómago contra el ácido (como los AINE).
¿Cómo se diagnostica el sangrado?
La hemorragia digestiva requiere valoración médica. La siguiente información puede ser útil a la hora de decidir cuándo es necesaria la valoración por parte de un médico, así como para saber qué se puede esperar durante esta valoración.
Signos de alarma
En las personas con sangrado digestivo, ciertos síntomas y características son motivo de preocupación. Entre estos factores se incluyen los siguientes
- Desmayo (síncope)
- Sudoración (diaforesis)
- Taquicardia (más de 100 latidos por minuto)
- Sangrado evidente
¿Cuándo acudir al médico?
Las personas con hemorragia digestiva activa o evidente deben acudir al médico de inmediato.
Tratamiento para el sangrado
Hay dos objetivos en el tratamiento de la hemorragia digestiva:
- Reponer la sangre perdida con líquido administrado por vía intravenosa o a veces mediante transfusión de sangre.
- Detener cualquier hemorragia en curso
La hematemesis, la rectorragia y la melena deben considerarse urgencias. Las personas con hemorragia digestiva grave deben ser ingresadas en una unidad de cuidados intensivos y ser vistas por un endoscopista gastrointestinal
Detener el sangrado
La mayoría de las hemorragias digestivas se detienen sin tratamiento, pero a veces no ocurre así. El médico decide el tratamiento según el tipo de hemorragia y su localización. Por ejemplo, a menudo se puede detener una hemorragia por una úlcera gastroduodenal durante la endoscopia mediante un dispositivo que utiliza corriente eléctrica para producir calor (electrocauterización), sondas térmicas, láser, clips o inyecciones de determinadas soluciones (escleroterapia). Si no se puede detener la hemorragia mientras se realiza la endoscopia, puede ser necesaria una intervención quirúrgica.
En ocasiones, los médicos pueden controlar una hemorragia digestiva grave y en curso causada por divertículos o angiodisplasias durante la colonoscopia mediante el uso de clips, un dispositivo de electrocauterio, coagulación con una sonda o inyección con epinefrina. Los pólipos pueden extirparse con unas pinzas de agarre de alambre
Si los métodos anteriores no funcionan o son imposibles de llevar a cabo, el médico practica una angiografía que consiste en la inserción de un catéter en el vaso sangrante y la posterior inyección a través de él de una sustancia química, fragmentos de una esponja de gelatina o una espiral de alambre para bloquear el vaso sanguíneo y con ello detener la hemorragia (embolización); también se puede inyectar vasopresina para reducir el flujo sanguíneo que llega al vaso sangrante.
Las personas con hemorragia continua pueden necesitar cirugía, de modo que es importante conocer la localización exacta del sangrado.
Los médicos pueden administrar a las personas con hemorragia digestiva alta un inhibidor de la bomba de protones (IBP) por vía intravenosa (por vena) para ayudar a controlar el sangrado.
La hemorragia por hemorroides internas se detiene espontáneamente en la mayoría de los casos.
Cuando no ocurre así, se realiza una anoscopia y pueden colocarse bandas elásticas alrededor de las hemorroides (cerclaje) o inyectar una solución con sustancias que detengan la hemorragia, practicar una electrocauterización o intervenir quirúrgicamente.
*Es importante que al reconocer cualquier síntoma de sangrado acuda inmediatamente al especialista. recuerde que la atención oportuna puede prevenir una complicación seria